El bautismo es una confirmación pública de que somos cristianos. Es la reafirmación de nuestra salvación.
El único tipo de bautismo bíblico es por inmersión. Juan el Bautista bautizada en el Jordán (Mateo 3:5-6). Jesús fue bautizado por Juan en este rio (vv.13-17).
De hecho la naturaleza lógica del bautismo indica que así debe ser. La Palabra bautismo tiene su etimología en el griego βαπτίζειν (baptízein), que significa sumergir en el agua.
Los infantes no deben ser bautizados, por cuanto en la Biblia, solo los adultos que confesaban a Jesús, como el hijo de Dios, eran bautizados. Y en la Biblia no hay referencia al bautismo de infante.
Los inconversos no se deben bautizar. Y los laicos no deben bautizar. Sólo los oficiales de la Iglesia pueden bautizar.
El bautismo es un acto de obediencia. Es parte de la conversión del creyente. Es una confesión pública de su fe cristiana.
El bautismo nos une a la iglesia, gracias a nuestra fe en Jesús. No salva. Pero es necesario para nuestra fe y comunión con Dios y la iglesia.
Jesús se bautizó para darnos un ejemplo, de que también nosotros debemos hacerlo. En pocas palabras; el bautismo es parte de la naturaleza del creyente.
Por ejemplo: un niño no puede correr sin antes caminar, no puede cantar sin antes aprender hablar. Cada creyente debería bautizarse.
El único requisito para ser bautizado, es haber creído en Cristo, y haberlo aceptado como su Salvador personal. Mateo 3:15. Jesús le dijo a Juan que era necesario hacerlo.
No es una opción: es parte de nuestro discipulado y compromiso de fe: Mateo 28:19.
Como ya he afirmado, el único requisito es creer que Jesús es el hijo de Dios: Hechos 8:36-39. Fíjese que en esta cita bíblica, el Eunoco es a penas un nuevo creyente, que se acabó de convertir. El predicador es Felipe el apóstol del Señor. Felipe tiene más autoridad bíblica y doctrinal, que cualquiera de nosotros; pues se trata de uno de los 12 apóstoles, y no se opone. Por el contrario lo bautiza.